lunes, 20 de abril de 2015

Larga vida a Celtas Cortos

Conocí a los Celtas Cortos hace más de dos décadas. Musicalmente antes. En 1989 sacaron Salida de emergencia, el que fue su primer disco. Guardo el vinilo como oro en paño. Al año siguiente, ese folk fue cogiendo cuerpo roquero y letra -con arresto y enjundia- en Gente impresentable. Desde entonces, otros nueve álbumes de estudio (más otro puñado de recopilatorios y algunas incursiones en solitario, como el Caimán verde, de Jesús Cifuentes). Unos mejores que otros, pero todos con ese poso agradable que deja la buena gente. O al menos es la sensación que tuve aquella noche que acabamos desayunando tras horas de alcohol, risas y buena charla. Y eso que lo habían dado todo en el escenario. No somos amigos. Nunca más he vuelto a coincidir con ellos. Sólo los volví a ver en directo hace un par de años, cuando se cumplían 10 del asesinato de mi extrañado José Couso, don Xosé. Me encantan esos grupos que me han acompañado tantos años, a los que acudir, en sus antiguos temas y en los recientes, para encontrarte. Esa sensación es impagable. Bueno, sí, se puede pagar, comprando los cedés, acudiendo (y en eso desgraciadamente no cumplo tanto) a los conciertos. SGAE al margen, por mucho que la bohemia mole, los autores viven de algo. Y si te dan vida, qué menos.

Hoy recupero a los vallisoletanos con eso de que se cumplen los 25 años de esa famosa carta. Felicidades. Y gracias.


martes, 31 de marzo de 2015

Composición compuesta sobre composiciones

Dando un paseo por redes sociales, me he encontrado un vídeo que me ha llamado la atención. Y eso que tampoco es que sea una idea novedosa o revolucionaria. Simplemente, un sexteto francés que está intentando hacerse un hueco en el mundo de la música ha hecho un divertimento para su último vídeo: recrear cuadros famosos de grandes artistas mientras cantan su tema 70 million. Y ahí les ha cabido desde una versión de El grito de Edvard Munch o la Marylin coloreada de Andy Warhol hasta La familia de Felipe IV de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez y que todos conocemos como Las meninas de Velázquez. No sé qué música tararearía el pintor sevillano mientras se dedicaba a parir esa obra maestra. Quién sabe si en un momento sintió unos acordes del tema de esta banda gala con ascendencia estadounidense y que se hacen llamar Hold Your Horses! Lo que sí sé es que el vínculo de la cultura nos une, traspasa el espacio y el tiempo para confluir en un gran lago en el que beber o chapotear, disfrutar en definitiva que es de lo que se trata, con toda la profundidad que queramos, sintamos, podamos o nos apetezca. O sin más, jugando, como estos chavales que, por cierto, suenan fenomenal. Y no es precisamente la primera canción que he escuchado de ellos, esta de los cuadros, la que más me ha gustado. Más bien es la que menos. Tal vez porque me he entretenido más con la composiciones pictóricas que con la composición musical. Pero bueno, han conseguido lo que buscaban: encontrarnos.

domingo, 29 de marzo de 2015

Los eternos chicos del agua


Parece mentira que hayan pasado 30 años. Fue en el 85 cuando un amigo me dejó un par de casetes. Uno, con el enigmático nombre de The Secret Policeman's Concert. Y otro, titulado The Waterboys. Ni recuerdo la cantidad de veces que me puse esas cintas en mi reproductor-grabador Sanyo, de una sola pletina, que todavía conservo y que bien podía vender a un excelente precio como artículo vintage. Y que funciona. De aquella no había obsolescencia programada. Pues tampoco la hay en la buena música. Ni en los buenos músicos. Mike Scott y su banda siguen muy en forma. Sólo con ese talento se puede comprender que se salga indemne de un parón de 7 años, tras retomar el hilo al estilo unamuniano, como si nada. O de Fray Luis de León, para que no se mosqueen los puristas. Su última publicación, Modern Blues, mantienen el listón por todo lo alto. Fieles a su estilo pero aportando en cada tema. Con coherencia. Algo que, como que los electrodomésticos no se estropean porque sí, se echa bastante de menos.

viernes, 27 de marzo de 2015

Celestina celestial

Me corroe la rabia cuando no encuentro palabras para expresar todo lo que siento, cuando para transmitir la perfección sólo se me atropellan en la punta de los dedos un cúmulo de tópicos torpes que únicamente declamados por ella tendrían valor, rozarían muy de lejos la belleza integral, tan cautivadora como para conseguir que te enamores locamente de una puta vieja casamentera. Hay personajes que andan errantes entre renglones hasta que se hacen carne real. Y son pacientes. No les importa esperar. Cinco siglos ha tardado la Celestina hasta que ha decidido corporeizarse, sacrificar su inmortalidad para vivir de verdad. Cinco siglos y una actualización tan magistral que Fernando de Rojas, o quien fuera que ingenió la Tragicomedia de Calisto y Melibea, la volvería a suscribir como propia. Y cómoda en su cuerpo encontrado, exultante, derrocha energía, con la fuerza vital del recién nacido y el poso empírico de cada aliento, de cada tabla, de cada aplauso, de cada pena. Es Charo López. Celestina. Es ella.


Ojos de Agua, producida por Galo Film, Ron Lalá, Elimia Yagüe Producciones y SEDA, con Charo López, Fran García (espíritu de Pármeno) y Antonio Trapote (músico), se representa en la sala pequeña del Teatro Español

viernes, 30 de mayo de 2014

Del pavor al embeleso

Reconozco que sentía miedo por no decir pavor con eso de volver al teatro. Tenía el listón altísimo después de asistir a esa maravilla llamada André y Dorine. Tanto que daba vértigo comparar cualquier cosa con la emoción que me sobrecogió al asistir a ese montaje de máscaras mudas con un mensaje tan profundo como el de Kulunka Teatro. De hecho, llevaba casi cinco meses sin asomarme a una platea ni nada parecido. Hasta que el otro día me animaron y me animé, sin pensármelo. Era también un trío en escena. Y una propuesta alternativa al teatro púramente convencional. Alternativa por medios sobre todo. Sin embargo, cuando una historia es buena, y ésta lo es sin duda, da igual que se plante un solo actor desnudo, sin decorado y sin ropajes, sólo con su alma y un texto que envuelva al espectador. Y la verdad es que la producción es sobria, pero no tanto. Hay un sofá, unas sillas, una lámpara... Poco más. Pero se vuelve a demostrar que el talento no sabe de parafernalias ni efectos especiales. La historia y la interpretación pueden lograr cualquier cosa. Y éste ha sido un buen ejemplo. Mi temor se disipó pronto. Pasada la primera parrafada introductoria, lo que menos me gustó, la obra y los actores remontan hasta convertir un planteamiento aparentemente sencillo en una proposición llena de matices, un mensaje profundo escondido entre risas y emoción. Pena que este tipo de experiencias las comparta tan poca gente. Algo casi clandestino. Es lo que sentí en la Sala Nada, un espacio realmente curioso y, visto lo visto, templo cultural a tener muy en cuenta. Sólo confío en que esos programadores de festivales de teatro que, por suerte, abundan por nuestras latitudes se fijen en Píntame. La obra de David Ramiro, que él mismo se ha animado a dirigir junto a Román Reyes y Sergio Lardiez, es asequible, para todos los públicos. Sin barroquismos escénicos ni ínfulas presuntuosas. Tu mente llegará hasta donde quiera llegar. Gracias, también y por supuesto, a tres actorazos que conjugan juventud y desparpajo con una buena dosis de tablas, que no dudo que les hayan inculcado en una buena escuela, pero que tienen que ser innatas. "El que tiene padrino se bautiza" sentencia el aforismo. Espero que Adriana Salvo, Javier Server e Iker Azkoitia lo encuentren pronto. Es pecado que tanto talento pase desapercibido. 
PD: Destacable también la galería de arte Montsequi, que se ha volcado patrocinando esta obra. Chapó por ellos también.

domingo, 6 de octubre de 2013

Caricias al óleo

Las fiestas de El Pilar no es el único atractivo estos días para pasarse por Zaragoza. El ateneo de la capital aragonesa acoge la exposición del pintor catalán Rubén Vidal. Una obra directa, sin tapujos, intensa, pero sobre todo carnal.
Su éxito, transformar la excitación en deleite compartido, en goce que parte de la modelo, de un instante pausado, fluye y te atraviesa. El óleo se transforma en aceite vital y libidinoso que da forma, con trazos firmemente vaporosos, a un soplo placentero que contagia sosiego. Pincel, pintura y lienzo. Magia. 

 'Pintura estrogénica', en el Ateneo de Zaragoza, del 5 al 27 de octubre de 2013.



sábado, 29 de junio de 2013

La mirada serena y penetrante

Stefanie Anderson es modelo, pero prefiere ubicarse detrás de la cámara. Y lo hace con una frescura increíble, lejos de ese carácter 'metronómico' de su cuna alemana. Licenciada en Económicas y Marketing, su verdadera pasión es la fotografía. Una pasión que puede marchitarse. Ni en un área, la empresarial, ni en la otra, la imagen, está encontrando una salida a esta angosta crisis. Sólo en su mirada se aprecia esa hendija a un más allá apacible, sosegado y tierno. Ni siquiera los reportajes de boda, para otros obligación, para ella un cometido fogoso, chispeante e intenso, le están posibilitando un sustento como para aferrarse a esta sangrada y reseca piel de toro. Una historia, la de Stefanie, que sé que se repite por todos los rincones. El sueño que busca con vehemencia su ser corpóreo. Un sueño de reportajes de moda, de retratos, de paisajes, de vida, de todo. Un sueño ardiente que no pagará ahora facturas, pero que de tan vivo acabará por imponer su cordura.






 






Stefanie Anderson: "El arte toma su forma cuando el sentimiento y la ilusión inundan la inspiración que lo mueve todo. Sólo entonces se percibe el sentido auténtico de nuestras vidas".