sábado, 20 de noviembre de 2010

Horizontes policarbonatados


Realmente el trabajo de esta mujer me gusta. Lo último, Entropías, supone un giro en lo que había visto de ella hasta ahora. Policarbonatos celulares, material industrial que María Aranguren convierte en arte. Un proceso creativo que invita a participar. Ciertamente no se me ocurriría colgar uno así en casa. O por qué no. Tal vez obras anteriores, en tela, sean más convencionales para decorar una pared. Y calidad en ella hay en buena parte de su carrera. Su nueva serie estará expuesta en la Galería Astarté de Madrid desde el 21 de octubre hasta el 27 de noviembre de 2010. Como para darse una vuelta. mariaaranguren.com

Sona suena très bien


Con la voz sensual y voluptuosa de Selma al frente, esta banda francesa nos envuelve, nos transporta con una música que susurra y sugiere, que anima y acompaña. Un pelín blandita por momentos, pero siempre agradable a un oído cansado de estridencias (no especialmente musicales, sino más bien de la vida misma). Pero si sus temas son más que interesantes, los vídeos no se quedan atrás. La realización, cuidadísima -dentro de sus posibilidades, claro-. No sé. Por un lado, es como si el espíritu Amelie les envolviera. Pero por otro, echas un vistazo a Cigarette y ese mundo de cuento se esfuma con una invitación a la lujuria. Esa mezcla que imprime el carácter francés a casi todo. También el nuestro, aunque a veces no nos queramos dar cuenta.
Surgida en 2006, se animaron a autoproducirse su primer disco a finales de 2009. Me ha gustado también Let me be, el noveno corte de los 11 que componen su trabajo. De hecho, era el vídeo que he intentado insertar en este artículo. Pero bueno, Vipère au point, no incluido en su único álbum, Ananamatopée en écoute, tampoco está mal. La banda la forman Selma Dereume, Frédéric Perdriel, Maxime Lacolley, Jérôme Mériaux y Vincent Ruau. Sona.fr

PolitiK, mejor que un programa electoral

Reconozco que no soy nada ducho en esto de la novela gráfica. Lo más parecido, los cómics que dejé de leer hace ya un par de dédacas. Pero realmente me ha sorprendido. Cayó en mis manos y, sí, vale, la política me va. Pero creo que no es una condición esencial para dejarse llevar por las reflexiones de calado en forma de niño de cinco años. Bueno, de niño y de sus abuelos. Es lo que pasa por dejar la educación de los pequeños en manos de ellos. Que luego te los pervierten. Que si los ceban, que si los malcrían… Es la venganza por no dejar la jubilación para lo que tiene que estar. Que una cosa es echar una mano y otra echarse a la espalda la conciliación de la vida laboral y familiar. En fin, que cúmulo de reflexiones y viñetas. Las ilustraciones, personalmente, me han gustado. El guión, no está mal, nada mal. Como poco, interpreta -o invita a interpretar- dos cosas: por un lado, el porqué del desapego ciudadano a la política. Por el otro, y creo que en directa relación, el porqué del triunfo de la propaganda sobre los programas electorales. A veces peca de simplista. Pero, claro, hay que meterse en la mente de un chiquillo que, eso sí, de vez en cuando suelta algunas ideas que, con la tontería, dan que pensar. Pena que no me atrae que se use a los niños para mensajes de adultos. Algo de lo que se abusa (y mucho) en la publicidad y, cómo no, también en la política. No sé que pensará Apolo, el protagonista de la novela/manifiesto, cuando el candidato de turno se acerque a él para plantarle un beso y hacerse la foto.
Autoras: Emma Reverter y Màriam Ben-Arab. Editado por Roca Editorial